El origen de los dedos humanos puede remontarse a las aletas de los peces más primitivos. Es lo que apunta un nuevo estudio que busca responder una de las mayores incógnitas de la evolución: ¿qué sucedió para que algunos peces de hace unos 375 millones de años abandonaran el agua y comenzasen a cambiar sus aletas por las patas que después heredarían anfibios, aves y mamíferos, incluido el hombre?
El trabajo, que ha sido publicado en PNAS, señala que algunas herramientas básicas para crear una pata, en forma de ADN, ya estaban presentes en criaturas acuáticas que vivieron millones de años antes de que los primeros peces diesen el salto a la orilla. Más aún, demuestra que esas herramientas son aún intercambiables, es decir, que un ratón podría generar sus dedos con fragmentos de ADN prestados de una raya, a pesar que entre ambas especies median 400 millones de años de evolución separada.El estudio surge a raíz del descubrimiento en 2004 del tiktaalik, la criatura fósil que mejor ha encarnado la transición entre peces y tetrápodos, los vertebrados de cuatro patas. Aunque eran peces, los tiktaalik podían aventurarse fuera del agua como hacen los anfibios. Además, los extremos de sus aletas mostraban ya huesos similares a muñecas y manos. El fósil dinamitaba una hipótesis aún vigente que señala que, aunque peces y tetrápodos comparten el origen de sus brazos y antebrazos, las muñecas y los dedos son exclusivos de los tetrápodos, que los desarrollaron después de que su rama se separase en el arbusto evolutivo.
Neil Shubin, investigador de la Universidad de Chicago y descubridor del tiktaalik, propone ahora que peces y tetrápodos también comparten piezas de la maquinaria genética capaz de crear muñecas y dedos. Su equipo se ha centrado en "regiones reguladoras" del ADN que funcionan como interruptores. Determinan qué parte del embrión será un brazo o una mano y encienden los genes necesarios para que aparezca una u otra. Shubin ha demostrado que, cuando algunos interruptores de raya se inyectan en un embrión de ratón, se encienden los genes para crear dedos y muñecas. Cuando los interruptores de ratón se inyectan en un pez cebra, se encienden los que generan aletas. En resumen: los primeros ingredientes para la generación de dedos ya los tenía un antepasado común que nunca los necesitó, pues era acuático. "Es un estudio importante, pero bastante especulativo, porque trabaja con una región del genoma pequeña", opina Héctor Escrivá, experto en biología evolutiva del Observatorio Oceanográfico de Banyuls-sur-Mer, en Francia. "No va cerrar el debate", advierte. According to FAO, around 80 percent of the world’s forests are publicly owned, but forest ownership and management by communities, individuals and private companies are increasing – more in some countries than in others.
In Venezuela and French Guiana, for example, almost all forests are under public ownership, whereas in Paraguay, Honduras, Guatemala, Costa Rica and Chile more than 30 percent of forests are under private ownership. In Peru, Guyana and Costa Rica, more than ten percent of forests are owned by indigenous people.
“A more diversified tenure system could result in improving forest management and local livelihoods, particularly where state capacities to manage forests are weak,” said Muller.
Social equity and gender dimensions
Forest tenure reforms should give attention to the empowerment of marginalized groups, particularly women and the poor. Research suggests that trees and forests are more important to rural women’s livelihoods than men’s. Poor women in one Madagascar community earned 37 percent of their income from forest products, compared with men’s 22 percent. In some areas of Andhra Pradesh, 77 percent of women’s income was derived from forests.
Forests can be crucial to the survival strategies of farming women. In sub-Saharan Africa, responsibility for caring for household members afflicted by HIV/AIDS falls mainly on women, leaving them with less time for agricultural production. As a result, they become more reliant on forest foods and income from fuelwood.
Enabling environment
Without an enabling policy environment, forest tenure reform is unlikely to deliver the beneficial socio-economic outcomes, Muller stressed. Key stakeholders should be enabled to manage forests in a way that improves both their livelihoods and the condition of forests. Forest tenure should be as secure as possible, and overregulation should be avoided by keeping compliance procedures simple. Legislation should be coupled with responsible governance at all levels, including government agencies, the private sector and communities.
Recognition of customary rights
Many forests worldwide have been used, managed and even owned on the basis of traditional or customary tenure. Such informal tenure systems often operate in parallel with legal tenure. In such cases local people regard forests and forest products as belonging to specific people or groups, regardless of whether the rights have been recognized by the government or not.
Informal tenure can be effective, unless other interests, such as privatization or converting to other land-uses encroach, which often results in conflict and frequently leads to forest degradation. Tenure reforms should take into consideration customary tenure systems that are not legally protected, Muller said.