De izquierda a derecha, los expertos Susana Balcells, Daniel Grinberg y Roser Urreizti en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
El síndrome de Opitz C es una enfermedad genética que causa graves discapacidades en los afectados y que se ha diagnosticado en tres personas en la península ibérica y en sesenta en todo el mundo. Ahora, un equipo científico liderado por los profesores Daniel Grinberg y Susana Balcells, del Grupo de Genética Molecular Humana de la Universidad de Barcelona y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), ha identificado un gen causante del síndrome de Opitz C en la única paciente diagnosticada en Cataluña (España) con esta grave patología congénita. Este nuevo avance científico es un primer paso para conocer mejor las bases genéticas de esta dolencia que hasta ahora no ofrece posibilidades de tratamiento, diagnóstico prenatal o consejo genético.
En el nuevo trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, también han participado John M. Opitz (Universidad de Utah, Estados Unidos), Giovanni Neri (Universidad Católica del Sagrado Corazón, Italia) y un amplio grupo de expertos del Centro de Regulación Genómica (CRG) y del Área de Genética Clínica y Molecular del Hospital Universitario Vall d'Hebron (VHIR).
El síndrome de Opitz C: raro pero no invisible
Las bases genéticas de esta enfermedad ultraminoritaria, descrita por primera vez en 1969 por John M. Opitz, aún son desconocidas. En general, se piensa que su origen está causado por la aparición de mutaciones de novo —presentes en los hijos pero no en los progenitores— de carácter dominante. En la actualidad, el diagnóstico es clínico y se basa en la sintomatología que presentan los pacientes en diferente grado (trigonocefalia, discapacidad intelectual, retraso psicomotriz, etc.) y que, en muchos casos, coincide bastante con el de otras patologías minoritarias similares, como los síndromes de Schaaf-Yang, Bohring-Opitz o Prader-Willi.
En el nuevo estudio, los expertos han descrito por primera vez la existencia de una mutación de novo —la p.Q638*— localizada en el gen MAGEL2 de la única persona diagnosticada inicialmente con el síndrome de Opitz C en Cataluña. La identificación de esta mutación, que se encuentra en la región de Prader-Willi del cromosoma 15, amplía el horizonte del conocimiento sobre la genética y las posibilidades de diagnóstico de estas enfermedades ultrarraras.
«La mutación p.Q638* identificada en el gen MAGEL2 coincide con la que se había descrito de forma independiente y paralela en un paciente afectado por el síndrome de Schaaf-Yang, una nueva patología minoritaria que afecta a una cincuentena de personas en todo el mundo. Los primeros casos aparecieron descritos en la bibliografía científica en 2013 por el equipo del profesor Christian Schaaf, del Baylor College of Medicine, en Houston», detalla el profesor Daniel Grinberg, miembro del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD) y el CIBERER.
«En consecuencia, desde el punto de vista del diagnóstico genético —detalla Daniel Grinberg—, esta paciente diagnosticada inicialmente con el Opitz C en Cataluña se correspondería con el grupo de pacientes afectados por el síndrome de Schaaf-Yang».
La genética definirá los límites de estas enfermedades minoritarias
Identificar el gen responsable de una enfermedad es un punto de inflexión para conocer mejor la patología e impulsar futuras aproximaciones terapéuticas que puedan mejorar la calidad de vida de los afectados. En el nuevo estudio, los equipos de la UB y del CRG han aplicado técnicas de secuenciación masiva (NGS) del ADN (exoma y genoma), una potente metodología que permite identificar los genes mutados en cada paciente.
Tal como explica la profesora de la UB Susana Balcells, miembro también del IBUB y del CIBERER, «en este tipo de enfermedades tan difíciles de estudiar y diagnosticar, lo que se puede ver desde la vertiente de la sintomatología clínica está muy alejado del defecto molecular inicial que genera la enfermedad».
«Todas estas dudas clínicas —continúa Balcells— podrán resolverse por la genética, que definirá los límites de estas enfermedades raras y facilitará el consenso científico sobre el diagnóstico y las causas genéticas que las provocan».
En palabras de Luis Serrano, director del CRG, «proyectos como este ponen de manifiesto el importante papel que tendrá la genómica en el futuro de la medicina y en la forma en que diagnosticamos y tratamos las enfermedades. Comprender las enfermedades y ofrecer no solo un diagnóstico sino también nuevas aproximaciones para posibles tratamientos es especialmente relevante en las enfermedades minoritarias. Es un orgullo que desde el CRG hayamos podido contribuir, con nuestro conocimiento y las tecnologías de última generación, a un proyecto que aporta esperanza a un colectivo vulnerable», concluye el investigador.
Micromecenazgo: cuando la sociedad apoya la investigación científica
Actualmente, los miembros del Grupo de Genética Molecular Humana de la Universidad de Barcelona y del CRG están en contacto con el equipo del profesor Schaaf y con las tres familias de pacientes diagnosticados con el síndrome de Schaaf-Yang en la península ibérica.
En diciembre de 2016, la primera autora del estudio publicado en Scientific Reports, Roser Urreizti, que es investigadora del CIBERER y profesora de la UB, coordinó la reunión de los expertos con las familias afectadas. El encuentro se realizó en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona y supuso un nuevo impulso para la colaboración de investigadores y familias afectadas en futuros proyectos con participación de la UB, el CRG y el CIBERER Biobank, ubicado en Valencia. Esta cooperación también ha permitido que los tres pacientes sean examinados por un mismo experto clínico: la pediatra Dra. Anna M.ª Cueto, médica adjunta y genetista clínica del Área de Genética Clínica y Molecular del Hospital Universitario Vall d'Hebron. Este hecho es, sin duda, un nuevo progreso en el ámbito de estas enfermedades ultrarraras.
Cabe señalar que esta investigación ha obtenido financiación gracias a la campaña de micromecenazgo «Investigación del gen responsable del síndrome de Opitz C», impulsada por la plataforma Precipita, de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).